Nos propusimos trabajar desde una estética realista con cierta estilización de las imágenes y situaciones, que si bien no determinaría una época histórica, esbozaría una temporalidad cercana al siglo XXI.
Desde el punto de vista del espacio escénico, la idea fue partir de un pequeño y atractivo salón palaciego, separado por un espeso cortinado de un baile de cumpleaños.
La escenografía se conformó con varias mesas pequeñas de igual tamaño y sillas de madera idénticas que sirviesen para armar tanto una burocrática oficina como la casa del protagonista además de un biombo, un sillón y un par de lámparas.
Todos los elementos serían ligeros y transportables, permitiendo su rápido armado y remoción.
En la construcción de los distintos sectores nos propusimos estructurar algunos sentidos, en base a la temática que plantea la obra:
la posibilidad de “duplicidad” de los elementos escenográficos anteriormente mencionados, que se convertirán en otros con distinta función, doblando a los primeros.
La instalación de una especie de “circuito en tránsito”, rediseñado dinámicamente durante la puesta por los mismos actores; lo cual jugaría dramáticamente con ese límite: verdad/simulación, que también plantea la obra cuando se descubren los planteos subjetivos del protagonista.
El empleo de distintos niveles (tres planos desde el proscenio hacia atrás) serviría para dar forma a una especie de pirámide, señalando un orden estricto, burocrático y social. Adelante el pueblo, junto a las butacas (exteriores, puertas y espacios públicos) al medio la oficina y el interior de la casa y más atrás el suntuoso palacio. Se armaría un circuito en todo el espacio escénico, agregando movimiento a la sucesión.
Los sectores a construir estarán dados entonces, por elementos conceptuales:
Salón lujoso del palacio Olsufi.
Interior de vivienda austera
Oficina pública de la burocracia, con una entrada desde la calle
Salón de un bar y pastelería
Calle exterior
Sobre la iluminación:
La iluminación elegida demarcaría sectores y ambientará los distintos interiores y/o exteriores, particularizando en cada uno de ellos, la atmósfera requerida por la obra.
En las escenas oníricas la luz resalta con verdes y amarillos intensos el clima enrarecido de las situaciones. Por otro lado una luz mas fría baña los exteriores, contrastando con la calidez de los ambientes.
Sobre el vestuario:
En general se trato de dar una semblanza de las distintas vestiduras rusas según escala social, sin pretender situar una época en particular.
Los siete actores masculinos vestirán un ambo (saco y pantalón) neutro, camisa clara de cuello redondo especial y pantalón oscuro, a manera de uniforme, sobre el cual se alternaran los distintos elementos, sacos, chalecos, abrigos, gorros, etc. que den cuenta de las situaciones dramáticas y las jerarquías establecidas. Como calzados se usaran zapatos y botas negras.
La única actriz mujer, llevaría un par de vestidos acordes con las situaciones de fiesta y el sueño, de acuerdo con su alto rango y situación social, conformando una idea de mostrar a la mujer como figura femenina idealizada.
Ideas sobre la puesta en escena